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Vitalidad, salud y bienestar de Damián Ortega

Luis Felipe Ortega
Texto para exposición en Temístocles 44
1994
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Estábamos conversando, tirando de algunos temas que la obra de Damián traía a cuenta. Delante de nosotros, teníamos una maquina de escribir diseñada por él; el mecanismo en plenas funciones: no un alfabeto sino solamente una tecla –sin  “tipo” además- permitía golpear la hoja en blanco. Damián (riéndose): “¿Qué se podría decir de esta máquina?”. La máquina, está más interesada en hablar de su propio mecanismo, respondió Daniel. Luego comenzamos a hacer chocar esta tecla con el “carro”, al escuchar su relato.

Silencio.

 

Últimos años.

En los últimos años, tiempo en el cual Damián ha pasado definitivamente al campo de la escultura, lo hemos visto salir varias veces de su taller buscando el sitio que le permita concluir –o continuar-  algunos proyectos. Se trata de objetos diseñados y construidos para un “uso personal”. Es decir, hay que poner en relación ese objeto con un individuo particular . Aquí y ahora esa relación hermana distintos campos: organismos, desplazamientos, apropiación y conquista temporal de espacios estándolo ahí, Damián enfoca con atención y empuja hacia una nueva relación. ¿Qué hace? Construye una tienda de campaña con lámina galvanizada, le hace una ventana, extiende una cama y deja ahí algunos apuntes y objetos necesarios: una libreta, un libro de Tin-Tín. La tienda reposa entre los arbustos, se ha instalado. ¿Podría ser éste un objeto útil? (a) la imposibilidad de pasar por un lugar sin hacer un gesto; (b) provocar en el interior del objeto su dependencia con el exterior; (c) la artesanía; (d) no una declaración estética sino una investigación sobre la condición de la escultura. 

 

Lo que quise significar al hablar de las relaciones entre el I Ching y la ciencia de hoy es que en esta época no cabe la posibilidad de rechazar nada. Lo que procuro no es suprimir posibilidades sino multiplicarlas.

 

 

Y ¿qué tenemos después? (¿Qué teníamos antes?)

 

Ahora, el objeto ha condicionado su permanencia. Es una cosa que no será –o será solamente- en la medida que ejercite su derecho –incluso arbitrariamente- para  conducir algún sentido.

Si se habla de herencia, de azar y de los mecanismos que permiten echar a andar esta relación, entonces será posible referirnos a un objeto que ha delimitado (tiempo-espacio), el  juego a través del cual se ha venido construyendo. ¿De dónde se nutre este trabajo? Una respuesta podría ser: de la relación del I Ching y la Biología. Otra: de un poema de Borges. Desde luego, es un principio que tiene todo de arbitrario, tan arbitrario como esa enumeración borgiana para caracterizar y clasificar a los animales en: a) pertenecientes al emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, I) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas.

 

Es este nuevo orden, y una vez que los dados se han lanzado al aire, volvemos a encontrarnos con un proceso que ya conocíamos en las esculturas de Damián: se trata de un trabajo artesanal que ha venido a significarse por el grupo de ollas de barro que están sobrepuestas para formar, por un lado a la “X” y por otro lado a la “Y”, sistema básico de determinación genética y que ahora se erigen escoltando a un Michelin de barro .

 

Doble proceso: un acercamiento a los accidentes azarosos que, finalmente, determinan la personalidad del sujeto (movimiento); y una actividad que va dejando un rastro sobre la siguiente etapa de trabajo.

 

Las relaciones pueden multiplicarse, el lenguaje y sus accidentes, la materia y el objeto artesanal, el orden y caos interno avanzan a través de mecanismos que, ahora, no hacen un desplazamiento espacial sino temporal: conducen su historia interna y después se van de paseo (no están interesados en una vida sedentaria).

 

Historia y arte

 

Es un sentido histórico, Bibendum (bebedor de obstáculos), simboliza el espíritu de una nueva época motorizada, una época de orgullo, de conquista. Lleno de si mismo, viaja sin disculpas: orgulloso.