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¿Qué es Altamura?

Daniel Montero
Abril 2018
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- Altamura es un paisaje visual que tal vez manifiesta una experiencia de la invención del paisaje en el siglo XIX como centro y descentramiento de la mirada, como proyección de la interioridad del sujeto en la realidad y observación a veces real, a veces fatal de la naturaleza. El ojo que ve el paisaje y el paisaje a veces coinciden, porque es el sujeto el que se pone en el centro, literalmente. Estoy seguro de que yo soy el que hago esa representación. Así, se pone el cuerpo en el centro en relación al infinito de la exterioridad del paisaje. Cuando coincide hay una continuidad en la representación de la línea de horizonte que permite pensar que ese infinito adquiere solo representación en la mirada y aparecen los puntos de referencia, lo que no deja caer al ojo ni al cuerpo a través de la línea.  El ojo, así sea el ojo a través de la mirada de la cámara, nos demuestra la imposibilidad de que el paisaje no sea parte de mi como mi propia representación de esa exterioridad.  

Pero a veces no hay coincidencia. Cuando no coincide es que se hace patente un estudio sobre el video mismo, sobre el medio mismo, y en ese sentido el sujeto ya no es el centro de la visión del mundo, sino que hace parte del mundo a través del video. Aparece el negro, un túnel para llegar a otro lado. Aparece una continuidad y una discontinuidad cuando se pierde toda referencia. Por eso los trenes del metro tiene  ventanas: no solo para que el aire entre sino para que poder ver que el negro de afuera tiene una referencia liberadora en la luz de la siguiente estación.

En ese sentido es que el espacio de Altamura puede ser una continuidad o una interrupción. No es un paisaje cualquiera sino más bien la posibilidad que tiene el paisaje de ser representado. Lo que está surgiendo allí es una nueva naturaleza, es una nueva forma de ver la exterioridad que es misteriosa y reconocible, y que está en esa tensión de la representación y la presencia. Lo que se filma no es solo el paisaje sino la acción de mirar el paisaje.

- Altamura es un espacio sonoro. Está lleno de referencias de voces y sonidos que son perceptibles como tensión y que son como hilos que llenan lo que la visión no puede. Sin embargo no son sonidos y voces que llenan por que sí el lugar sino que, se podría decir, lo habitan. Empiezan a aparecer y a intercalarse y de repente, el paisaje que siempre está allí como para ser llenado por cuerpos, se llena de espectros. Unas voces que hacen de la pieza un asunto polivalente que hay que evaluar desde diferentes perspectivas. Las referencias, voces de personajes que son referentes para Ortega, no aparecen en el paisaje sino sobre el paisaje. Es lo que llamaríamos en pintura, una veladura. Las veladuras son muy complejas porque son las que terminan dándole profundidad, como un efecto, a la pintura. En ese caso el sonido le da profundidad a la obra (como si no fuera bastante profunda la imagen de mar que va y viene) y como en una contradicción de principio el paisaje adquiere una dimensión diferente, no en relación a lo que se ve, sino a lo que está sobre.