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Notas sobre el despojo.

Luis Felipe Ortega
Galería El 123
Febrero, 2020
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Quizá sea el despojo (material, comunal y de vida) uno de los ejes más claros, y más caros de nuestra contemporaneidad. Quizá el despojo ha sido una de las estrategias claves de los poderes para ejercer un control mayor y entrar de lleno en nuestra cotidianidad. Si nos preguntamos por el entorno donde nos encontramos, tenemos que es un sitio que ha vivido una permanente acción de despojo, de exclusión y de generación de vidas desechables. Un punto entre muchos puntos de esta ciudad y de este país.

Para este proyecto en la Galería de El 123, Manuela G. Romo toma temporalmente el espacio para provocar una relación tensa entre fragmentos de materiales encontrados en las calles de esta colonia y pinturas que ella ejecutó a partir del entorno, haciendo un énfasis claro en la arquitectura de edificios muy específicos (Humboldt, El 123) donde “el espacio se vuelve más cómodo para la clase media, al mismo tiempo que precariza y desplaza a un sector marginal que ahí habita(ba)”.  

En este proyecto, la pintura se ha separado del bastidor y se le ha asignado una tarea específica: la de incidir en los objetos, operando de maneras muy diversas, a veces cubriéndolos, a veces como planos y otras veces abrazando la totalidad del objeto hasta ocultarlo a la vista. Algunos comportamientos de Manuela en esta exposición me hacen recordar el trabajo de Carmela Gross y otras veces tiran hacia un arte que me recuerda la acción de Pistoletto en 1968 cuando él se tiende en la calle para hacer el El hombre amaestrado, el hombre desplazado que recoge fragmentos de un mundo que renunció a él. Manuela por su parte provoca que el encuentro entre la pintura y las cosas desdibujen su diferencia, que se conviertan en un enunciado que las incluye y, quizá las nombre de otra manera: desde su escala y poniendo a prueba su estabilidad, desde su permanencia o temporalidad y, sin duda, desde  sus contenidos híbridos que hablan nuevamente del habitar, del despojo en este lugar, en esta ciudad, en muchas ciudades.

En proyectos anteriores Manuela realizó una serie de pinturas sobre la arquitectura doméstica, piezas de pequeño formato que irrumpían después en el espacio de exhibición para operar como objetos y no solo como imagen; podríamos decir que habitaban el espacio y lo tensaban para señalar el perímetro del lugar, sus trayectos geométricos y sus vacíos. En estas Notas sobre el despojo hay una nueva apuesta para mover los ejes del entendido de la obra, su espacialidad y, desde luego, los referentes que la acompañan. Quizá desde este giro, desde este movimiento de los ejes de reflexión y producción es que Manuela recupera objetos, les da una segunda oportunidad y de manera muy significativa, los convierte en soporte para preguntarse: qué es estar en la pintura, cómo avanzar hacia el objeto y cómo concretar la pieza en el espacio.