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Bruselas acoge una nueva generación de artistas mexicanos

Ricardo Martínez de Rituerto
El País
13 de octubre, 2010
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Primero fue Frida Kahlo, y luego, Rivera, Siqueiros, Orozco, entre otros muchos, y las mujeres de Tehuantepec retratadas por Tina Modotti y la música y el cine y hasta la lucha libre en este 2010, bicentenario de la independencia y centenario de la revolución. Todos viajaron a Bruselas, y ahora, al caer el año, llega a la capital de Europa una nueva generación de jóvenes artistas unidos en la exposición Trayectorias aleatorias, coincidente en el tiempo con la del belga trasplantado a México Francis Alÿs o con las esculturas de Javier Martín repartidas por la capital dentro de su vasto periplo por el Viejo Continente.

Trayectorias aleatorias es un proyecto de la curadora Hélène Bastenier, que si se solapa en el tiempo con los fastos de los centenarios no forma parte de las muestras mexicanas bendecidas con el favor oficial. Bastenier, atraída por las nuevas expresiones de una generación cuya “frescura y heterogeneidad sorprenden al ofrecer el choque entre la supermodernidad y la detención del tiempo”, ofrece al espectador lo que considera que merece ser conocido más allá de México.

Son 11 creadores los que se presentan hasta el 7 de noviembre en la vieja escuela de Veterinaria de Bruselas, en un espacio off recuperado circunstancialmente para la ocasión a dos pasos de Wiels, escaparate para el arte contemporáneo en que expone, por primera vez en su país a Francis Alÿs, a quien esta generación venera. Todo una conjunción de elementos que hace buenas las palabras  de Silvia Molina: “Vivimos en un mundo globalizado. Todas las artes del mundo vienen a México y así es como nuestros artistas las conocen. Y luego viajan”.

Casi todos los presentes ahora en Bruselas han mostrado su obra en otras latitudes, incluida la propia capital belga, como Luis Felipe Ortega, con 44 años casi el decano de un grupo dominado por treintañeros. Ortega presenta dos obras, una de las cuales abunda su vieja exploración de la línea y el punto a base de plomadas, péndulos e hilos para crear un espacio tridimensional. “Hemos roto con la tradición del neomexicanismo”, dice el artista ante la otra, un vídeo titulado Globe que emula el Pistoletto, el italiano padre del arte povera, realizada en Turín recorriendo las calles con un globo gigante. Lo que sorprendió en la Europa de finales de los sesenta pasa hoy desapercibido en una circunstancia que dice tanto del llamado arte contemporáneo –“no llamamos arte al arte contemporáneo”, declaraba recientemente en el EL PAÍS el ensayista y pensador francés Marc Fumaroli- como del México de nuestros días.

“En México pasan tantas cosas extrañas que yo era uno más de los que hacen cosas extrañas”, explica Ortega para justificar el desinterés de quienes asistían casualmente a su performance haciendo rodar su globo gigante por las arterias de la ciudad. Idea sobre la impermeabilidad a la sorpresa que repite palabra por palabra, en otro momento y en otra conversación, Alejandro Castro, de 32 años, cuyo comentario visual sobre el tiempo en la imagen, tal y como queda recogido en su vídeo de la calle Oslo, de la serie One time show, en el que dos sopranos cantan tras la cámara, prueba que nada parece sorprender al mexicano de a pie que pasa casualmente por el lugar.

Fritzia Irizar, en cambio, consigue atraer la atención con su caja fuerte con sal enterrada junto con un diamante en Culiacán. El lugar, dice que le dicen, se ha convertido en un espontáneo punto de peregrinación al que la gente acude a pedir deseos. Irizar investiga a sus 33 años el cambio de los valores y lo que expone en Bruselas bajo el membrete de Sin título (Cápsula del tiempo) es el simple acta notarial del hecho del enterramiento de la caja. Le intriga, y es lo que explora, “las imágenes que nos creamos de la pieza, concebidas por el efecto de legalidad del acta notarial, que tiene un lenguaje completamente ajeno al del arte”.

La británica también trasplantada a México Melanie Smith y el mexicano Rafael Ortega, ambos nacidos en 1965, aportan a la muestra el vídeo Spiral city, que recrea el land art de Robert Smithson, convertida ahora la clásica espiral terrestre del estadounidense en una espiral aérea que gira y gira sobre el fondo perfectamente reticular del tejido urbano del DF, creando con el sobrevuelo del helicóptero un juego entre figuración y abstracción.

Los 11 artistas –Gilberto Esparza, en clave del humor, con su bolsa de agua abandonada en las cuestas de Guanajuato; Israel Martínez y su exploración de los sonidos callejeros; Marcela Armas, con la aventura de transitar serenamente a pie por la calzada ocupada por el tráfico; Miguel Monroy, Richard Mozka e Ivan Puig- acuden a Bruselas como una antología posible del momento artístico en México, “una nueva explosión del arte mexicano de ahora mismo, una vez digerido el arte conceptual puro de la pasada década”, en palabras de Hélène Bastenier.