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Una evocación de dioses y demonios

Luis Felipe Ortega
La Jornada Semanal, No. 73
4 de noviembre, 1990
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José Luis Ontiveros,  Cíbola, Universidad Veracruzana, México, 1990.

La fascinación por lo incierto recorre las páginas de Cíbola. Un acceso a ideogramas de interminables dudas (historia), cartografía  de signos, acertijo indefinido de borracheras y hachís, retrato de horrores, amor; piratas, mercenarios y conquistadores: sombras de lo posible. Una conspiración para desnudar la presencia de la historia, que sin el traje de la verdad, seduce personajes y violenta la entrada al tiempo: la fiebre de Cíbola.  Retablo donde cada pieza, cada relato, es un eco de posibilidad, un acto de efímera destrucción.
En la burla de los mitos, José Luis Ontiveros convierte los acontecimientos desplazados de la historia en un tratado de ironía, una secuencia borgiana donde cada  horror de lo cierto (la Inquisición, la Reforma, la Conquista de América, Tienanmen), sale y entra en un correr de personajes que; a) desnudan a la emperatriz  Carlota; b) monjas que abandonan los hábitos para ser musas de muy ilustres jefes luteranos; c) un Apul Haushofer que va a la librería Independencia y entra al cine Metropólitan para ver películas de artes marciales; d ) Barbarroja convertido al Islam y designado como la paloma de la mezquita; e) el fracasado conde Raosset en su conquista de Hermosillo, conoce la pasión del tórrido desierto con María Antonia: f) el peyote, el mezcal y la cerveza corre por las manos de frailes, entre relicarios y rosarios.
Sin el pasado saber erudito, sobre el filo de un estar entre la imaginación y lo real, se levantan los amores de mujeres y hombres que agitan a los dioses, a la Virgen de Guadalupe y trastocan su vida en rezos empelotados.
Ontiveros no busca la letra perdida del alfabeto de la vida, hace un diagrama y por ahí pasa viejos sueños; se acerca a la realidad y aparecen oníricos  viajes: transitan quienes violan tierras y religiones.
La fiebre de Cíbola (que había enfermado tanto a los españoles como a los naturales), hace de Ontiveros un alquimista que opera en la Historia del artificio y el saber.