EN
<

Sala de Estar: Experiencia viva

Lorena Wolffer
Día Siete, No. 272, año 6
2005
Proyectos relacionados
Compartir

Luis Felipe Ortega considera que los mejores cambios en el plan de estudios de una escuela de arte son los que se proponen en el aula y no desde la administración.

Luis Felipe Ortega obtuvo su Licenciatura en Pedagogía y cursó parte de la maestría en Filosofía en la UNAM. Aunque entonces quería ser escrito, a principios de los noventas su elección dio un giro, llevar “lo que había aprendido en terrenos de la escritura al campo de lo visual”. Comenzó con el video y la fotografía, luego realizó algunas esculturas y actualmente elabora un conjunto de piezas. Entre sus obras más recientes se cuentan Ocupación y The Shadow Line. Para la primera, presentada en la Sala de Arte Público Siqueiros en 2004, Ortega tejió una red de hilo de algodón sosteniendo pelotas de caucho que,  cuando el hilo perdía tensión, caían rebotando. La segunda cosiste  un video grabado en el río Amazonas, que aún no se ha presentado. Se trata de “un recorrido donde el tiempo es el personaje central, un recorrido que intenta llegar a un grado cero, donde nada sucede; es agua, manglares, paisajes donde no hay nadie”.
A decir del artista, sus estudios en pedagogía lo mantuvieron siempre próximo al ámbito académico. En 1989 se inició dando clases de literatura en una preparatoria privada por un periodo breve. Más tarde, durante dos años, impartió  clases en la Escuela Nacional de Artes en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la UNAM “La escuela estaba cambiando, buscando integrar nuevos maestros y realmente me interesó ese lugar como un sitio donde podía especular sobre lo que yo estaba pensando, sobre los asuntos que me preocupan en mi propia producción”.
Después de algunos cursos en el CENTRO activo Freire, el Claustro de Sor Juana y la Escuela Superior de Artes Visuales de Yucatán, se incorporó a la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado La Esmeralda en el año 200. “Cuando terminó la huelga del 99 la ENAP quedó sepultada, no sucedía nada y LA Esmeralda se convirtió en una opción real para alumnos y maestros”. 
Durante cinco años fue titular de la cátedra Teoría del conocimiento Visual, que  dedicó al estudio de la epistemología –recurriendo a textos antropólogos, filósofos y escritores, desde Foucault hasta Borges-, y durante otros cuatro ha tenido a su cargo el Seminario de Tesis, donde impulsa al alumno a transformar su tesis en una pieza. En breve comenzará un taller de Producción, destinado a los alumnos del último grado.
Sobre su desempeño como maestro, Ortega afirma que “la única manera de transformar la docencia en una experiencia viva es enfrentando tus propios procesos con los estudiantes, cuando las teorías y discusiones ya no alcanzan para salvar una obra”.
El artista considera que La Esmeralda atraviesa por un momento de excepción, pues logró reunir a un buen número de maestros que apostaron por no burocratizar su enseñanza. Respecto al plan de estudios –que data de 1994-, considera que los mejores cambios son los que se proponen cotidianamente desde el aula, desde los intereses del binomio maestro-alumno, no desde la administración.
Ortega es enfático sobre su salario; “Ningún sector de la docencia en México, por lo menos en cuanto a educación pública se refiere, está bien remunerado. La Esmeralda no es la excepción”.