EN
<

Río Seco

afluencia de formas y sentidos
Luis Felipe Ortega
Galería Machete
Enero, 2020
Compartir

A

Una de las paradojas más significativas del trabajo que Paula Cortázar presenta en Río Seco, es que sus materiales escultóricos, las piedras, han permutado su forma a través de un permanente golpe de agua. La repetición de ese golpe del agua, ese tiempo que se va acumulando, ha quedado inscrito en esas formas tan particulares: las piedras han perdido sus cantos y han rodado río abajo para quedar, momentáneamente, reposando. Una vez en su estado de quietud, las piedras seguirán siendo afectadas por la erosión. Agua corriendo y agua que ya no está, agua ausente, agua que deja en silencio el paisaje, el cual debería ser sonoro. El tiempo y sus mecanismos aleatorios: un río seco y sin ruido.

La paradoja a la que me refiero tiene que ver con el agua, el flujo, el tiempo y sus trayectos, los cuales constituyen el primer modelado de las piedras; Paula trabajará desde esta primera acción y continuará con sus propias acciones. 

B

Desde que conocí la obra de Paula, me llamó la atención la manera en que los procesos de apropiación de las piedras y el paisaje pasan por mecanismos matéricos y de observación que no resultan comunes en estos tiempos (caracterizados por una sobreproducción de ensamblajes y collages realizados a partir de materiales encontrados, principalmente, en entornos urbanos). Paula se distancia de estas maneras de trabajar y, en este distanciamiento, replantea varios aspectos que resultan muy significativos para los procesos del arte contemporáneo y que se podenos situar en dos ámbitos. Por un lado el lugar de trabajo y, por el otro, las estrategias que le permiten tanto la apropiación como la  intervención de las piedras ahí encontradas/recolectadas.  ¿Cómo es que se generan tensiones entre naturaleza, paisaje y apropiación? ¿Cómo es que pueden acortarse distancias entre narrativas objetuales (la historia de cada piedra) y el lugar como contenedor de experiencias formales y conceptuales? Estar ahí se vuelca en acción transformadora, en cuerpos que ejercen una relación de fuerza, tensión y presión. Hay una fuerza latente que deja ver su presencia y la calma en el río seco puede romperse en cualquier momento -ya se ha roto y los huracanes se han impuesto (Gilberto en 1988 y Alex en el 2010). Desde esa condición, el silencio es tensión y la calma una especie de pausa, de murmullo. El sonido del mototool irrumpe y las formas inciden nuevamente en las piedras.

C

Trabajando desde la naturaleza y complejizando la manera de estar ahí, Paula ha generado una relación específica con el paisaje. En cuanto a su vínculo con el tiempo me recuerda a muchos de los artistas del land art, hay una brevedad en la acción sobre las piedras, luego una retirada. Abre el espacio a la erosión, la incluye en el proceso. Se aleja. Observa el entorno. Observa también cómo actúa su propia subjetividad ahí. Y ahí el tiempo es siempre inestable, como la luz.

Algunas piedras intervenidas se quedarán ahí, seguirán siendo parte del entorno, no se han movido, se convirtieron temporalmente en soporte del dibujo y seguirán ahí. Si Peter Fishcli y David Weiss apilaban y equilibraban piedras de gran formato y modificaban la poética del paisaje, Paula ha decidido operar con intervenciones muy ligeras y sutiles que el visitante encontrará en su relación con el lugar. Si Jimmie Durham hizo de las piedras una suerte de herramientas para modelar ciertos obejtos domésticos (St Frigo, 1996), Paula ejerce una fuerza sobre ellas y las pule, hace incisiones, las levanta ligeramente del suelo, las oberva en el paisaje, con el paisaje, y la mirada se torna acción fotográfica.

D

Entre el objeto y la imagen, o dicho de otra manera, entre la escultura y el acto fotográfico, los procesos de trabajo de Paula sufren un emplazamiento importante. No la inmediatez sino la observación serán el otro momento donde sus especulaciones matéricas serán puestas en juego, donde habrán de sufrir una especie de metamorfosis. Cosa e imagen se separan y se vuelven autónomas, desde ahí tendrán que dar cuenta cada una de su potencial y su fuerza. Si uno observa sus fotografías, por ejemplo 25˚606427, 100˚453933, una pieza del 2019, notamos un compromiso muy fuerte en relación a lo que esta imagen es y la manera en que podría existir más allá y desde el largo proceso de intervención que la piedra, casi al centro del encuadre, ha sufrido desde su principal herramienta dibujística: un mototool con punta de diamante. Los otros componentes de la imagen resultan igualmente significativos: matorrales, montañas al fondo, y un cielo  de las 18:45 en la Huasteca. La escultura y el dibujo han dado paso a la imagen fotográfica, no hay un registro sino una acción que devela los intereses visuales de Paula y su necesidad de generar una imagen. 

E

Terminaré con una anécdota. Hace algunas semanas, recibí un mensaje de Paula aún sobresaltada con la noticia de que una de las piedras de mediano formato que trabajó y dejó en el no-cause del río Santa Catarina había desaparecido. La noticia me pareció mucho más que una anecdóta. Paula hizo una acción que intentaba subjetivar el entorno al dibujar sobre las piedras, aportar algo y generar cierta extraneza en el paisaje. La de ellos (debió haber sido más de una persona), al llevarse la piedra (¿debería de decir la pieza?) era un acto de irrupción violenta como el que caracteriza a nuestra época.