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Alexis Salas
Luis Felipe Ortega. Doble Exposición (expandida) / Double Exposure (Expanded)
2013
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Luis Felipe Ortega extrajo cuidadosamente imágenes del libro de Peter Fischli & David Weiss, con el fin de convertirlas en piezas únicas que luego han sido compiladas para formar su propio libro; así la presente publicación constituye una circularidad satisfactoria. Hay una ecología en el juego de imágenes a través de estos acercamientos de flores, de saturaciones de color casi psicodélicas: la materia prima de Ortega es el libro epónimo de 1999 de Fischli & Weiss, que no es sino una de las varias encarnaciones del proyecto sobre flores realizados por dúo suizo: se inició con su creación del jardín como obra de arte en Munster en 1997, luego se convirtió en un video de fotografías fijas transmitidas por la televisión durante la noche, después fue mostrado en tres proyecciones de diapositivas que fueron exhibidas junto con 100 fotografías. De esas fotos, se hizo una selección de la cual se creó el libro que ahora interviene Ortega.

Estas piezas de Fischli & Weiss son dobles exposiciones tanto en términos fotográficos, pues son superposiciones de una imagen sobre otra, así como en términos visuales, pues son estudios de las formas en que lo familiar se puede volver extraño. En estas imágenes, humildes y fecundas estructuras reproductivas, frecuentemente asociados con sobrios tropos de belleza,  generan una fascinante decadencia visual, a través de un sinfín de representaciones.

Paneles de luz emergen a través de estos pequeños paisajes que evocan imágenes inspiradoras. Ensoñadores destellos de luz acompañan hongos en una fábulas de gnomos. Flores anaranjadas contra el azul turquesa de un cielo infinito, en tonos evocadores de la hiper-pigmentada y brillante flora tropical producida en masa. Dramáticos marrones y grises en escenas de zarcillos muertos y frutos caídos al azar, recuerdan la última obra de Duchamp y las piezas de Cindy Sherman sobre el color en la fotografía de moda. Son imágenes que, especialmente cuando se miran en conjunto, expresan un entendimiento de las flores tan unido al imaginario popular,  que logran un juego con el internalizado lenguaje y sintaxis que poseemos colectivamente.

Profundizando en el concepto de la doble exposición o doble exhibición (un juego de palabras inherente al título en español), Ortega exhibe su obra y la de Peter Fischli & David Weiss simultáneamente. Trabajar en las páginas semi-únicas de un libro publicado en lugar de trabajar en copias de las mismas es una fuerte alteración y al mismo tiempo un homenaje a los atributos particulares del libro - objeto. Intervenir el original es respetar los límites de su tamaño, la condición de su acabado brillante y los desafíos de hacer, o en este caso deshacer, un libro.

En el contexto de trabajo de todos estos artistas, los libros y sus procesos de elaboración son de una importancia equivalente: si bien la obra de Ortega se caracteriza por su profundo conocimiento literario, la autoría de textos y co-edición de publicaciones, las prácticas de Fischli & Weiss se basan  en gran parte en su prolífica producción de libros de artista. Pero el uso de Ortega de este libro y la invocación de sus prácticas está lejos de ser libresco.

Las fotografías de Fischli & Weiss sobre la fecundidad en todo su esplendor e incluso sobre decadencia, son el punto de partida para la intervención contenida pero no menos exuberante de Ortega.  El artista pinta rectángulos de color sólido sobre las páginas del libro de Fischli & Weiss. Aplica bloques de color de forma pulcra y ordenada, pero de apariencia aleatoria. Los rectángulos recuerdan sistemas de anotación y códigos: algunos densos, otros de baja densidad, algunos apiñados, otros bailando sobre la página, algunos concentrados en un segmento de la imagen o en un objeto dentro de ella, otros posicionándose sobre sus ejes.

Se trata de una narrativa contenida, paralela, incluso de un lenguaje, que armoniza con la imagen original pero que no se esclarece. Los rectángulos bloquean las imágenes, y sin embargo ofrecen una nueva manera de ser vistas. Se trata de un juego en el que simultáneamente se bloquean y revelan las imágenes de origen. En este proceso, los rectángulos crean un deseo de comprender las imágenes, y por lo tanto un recuerdo de las formas en que las imágenes pueden ser entendidas. Esta suerte de regreso a las posibilidades inherentes en las nociones del libro, de la lectura, del lenguaje, todas ellas afirman la convicción a la apertura. A partir de esto Ortega, concibe un proceso de creación artística que atraviesa por distintos medios e incluso por artistas puntuales, en el cual las obras individuales tienen relaciones y significados colectivos.