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Sobrexposiciones / Sobreposiciones

Daniel Montero
Luis Felipe Ortega. Doble Exposición (expandida) / Double Exposure (Expanded)
2013
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1. En el verano del 2012, en Ribeauvillé, en la Alsacia francesa, los apicultores estaban alarmados porque la miel que se producía en sus granjas tenía extrañas coloraciones azules, verdes y marrones. Después de una investigación se descubrió que las colmenas estaban ubicadas cerca a una fábrica donde la empresa Mars elabora sus grageas recubiertas M&Ms. Esa miel de colores era más que una curiosidad porque ponía en cuestión a la vez la alteración de un producto natural por un elemento extraño (un producto “naturalmente elaborado” por las abejas con elementos artificiales de esa fábrica) y la posibilidad de entender la sobreposición de elementos que parece que no fueran compatibles: la miel no es naturalmente azul, ni verde, pero podría serlo porque en efecto ya no hay solo flores y abejas en el mundo; ahora también hay fábricas que usan colorantes que les gustan a las abejas.

2. En los años 1997-1998 Peter Fischli & David Weiss realizaron la obra Flowers en la que se  ponía al límite su trabajo colaborativo. Empleando la técnica de doble exposición en el mismo rollo de película, presentaron un libro de fotografías de flores, unas tomadas de jardines suburbanos y otras de un parque de Zurich, claramente unas fueron realizadas por uno de los artistas en un tiempo, y las otras por el otro en distintos momentos. Esa obra, que se podía conseguir como facsímil en una compilación de 40 impresiones, exhibía de manera clara la dualidad permanente en que está circunscrita en muchos de los trabajos de la pareja de artistas: dos tiempos y espacios disímiles, la pregunta por la realidad y la ficción, la idea de si esto es arte “serio” o pura diversión kitsch, o incluso la posibilidad de pensar si esas imágenes son bellas en si mismas o si se trata más bien de abordar un problema conceptual.

3.Luis Felipe Ortega pinta sobre esos cromos una retícula de colores diferenciados como una especie de pantone, discontinua y variable, dependiendo de cada una de las imágenes. El procedimiento es un gesto muy preciso pero aleatorio, en el que no parece que hubiera ningún orden específico ni regla a seguir. El resultado es contundente frente a la imagen original, no solo porque Ortega se pone como el tercero en discordia en una relación de dos (dos imágenes sobrepuestas, dos artistas colaborando, dos tiempos sincronizados en dos imágenes diferenciadas) alterando por completo la posibilidad de una reconciliación en la percepción en la imagen original. Introduce así un tercer tiempo y espacio, y claramente un tercer sujeto que hace que la imagen original se convierta en contraste, en fondo.

Las flores de Fischli & Weiss se ven alteradas radicalmente porque el gesto reticular no es solo una apropiación más: lo que ocurre es que la visión de una imagen que puede ser bella y cotidiana, que ya está alterada por la doble exposición y que se vuelve misteriosa en ese procedimiento, retrocede, volviéndose fondo, no solo en relación al espacio (es claro que la retícula está hecha adelante) sino claramente al tiempo: Ortega usa el color plano en cada uno de esos pequeños cuadros como un plano diferente de distanciamiento de la imagen original que funciona como soporte. En ese sentido, cada uno de esos cuadros de color se convierte en un campo más amplio, haciendo que la visión ya no pueda estar atrás, y ni siquiera en el mismo plano, sino siempre adelante. ¿Qué efecto podrían tener unos cuantos cuadros de color sobre una imagen fotográfica ya alterada por una doble exposición? El asunto es que los cuadros de color, como intrusos, cambian la percepción de la imagen porque uno se puede quedar en la superficie tratando de adivinar cualquier secuencia, cualquier lógica entre esos cuadros pero también respecto a la imagen de “fondo”. En ese ir hacia atrás y hacia adelante la imagen se revela y expone (de nuevo).

4. La acción de Ortega le otorga una especie de movimiento diferenciado a los cromos de Fischli & Weiss. Así, como la miel de colores, al sobreponer un elemento extraño en lo que se suponía sobreentendido, se provoca una comprensión diferente de la imagen original, más allá de la simple apropiación: así, como la miel azul, o verde deja de ser miel de alguna manera, sigue siéndolo, de otra. De esa forma se expande la posibilidad de entender qué es una imagen a través de una cantidad de procesos diferenciados pero simultáneos. Sobreexponer, así como sobreponer implica siempre un acto de comprensión de lo que se ve y de lo que se percibe como imagen: enunciar el ya naturalizado proceso del ver.